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La Carta de Dote en Zacatecas:
Una Convención en los Matrimonios del Siglo XVIII

por: Dra. Gloria del Carmen Trujillo Molina         

Continuando la tradición de los estudios históricos acerca de las estrategias implementadas por las familias de la época colonial, al momento de casar a sus herederas, nos permitimos presentar esta mañana, una propuesta, que es el resultado de nuestra investigación, acerca de los acuerdos matrimoniales suscritos en el siglo XVIII por las familias acomodadas de Zacatecas. Estos fueron pactos, que en nuestra tesis, hemos designado como convenciones, se refieren a las concertaciones realizadas mediante escrituras públicas, donde familias donadoras y receptoras convenían ayudas en forma de dote y arras para el matrimonio de sus hijas.

La historia de la familia en Zacatecas, es una línea de investigación reciente, en la que autores nacionales y extranjeros, han dado a conocer, aspectos relacionados con las alianzas matrimoniales de las familias españolas del siglo XVI. En esta misma vertiente, otros autores, han señalado los casamientos con Jesucristo, realizados por las monjas, en ceremonias especiales de profesión religiosa. También se ha mencionado acerca de los cuantiosos caudales que las religiosas llevaron a los conventos del virreinato. Otros trabajos, han hecho referencia a los roles socialmente asignados a las mujeres dentro de la sociedad zacatecana, como fue atender a los hijos, a los maridos, disponer los asuntos de la casa y atender obras piadosas. Algunos resultados refieren, acerca de las mujeres que fueron más allá de las normas sociales establecidas, y terminaron, declarando su culpabilidad o su inocencia en los tribunales.

Hemos observado que no existe en Zacatecas, una línea precisa que delimite los estudios de familia, con los de mujeres. Esto, seguramente, por que dichas líneas se encuentran en un proceso de desarrollo inicial en nuestro Estado, o por, la dificultad de separar lo que compete propiamente a cada ámbito. No es posible hablar de mujeres sin mencionar a las familias, y viceversa, hablar de familias, sin dejar de mencionar el papel que jugaron las mujeres, y junto con ellas, los varones de la casa, de la iglesia y el Estado. Y sin que hayamos demarcado estos linderos, hemos destacado a las mujeres españolas, dentro de sus contextos familiares, y consideramos, el papel que jugaron las doncellas casaderas y las viudas en momentos importantes de su vida, como fueron sus casamientos. Así también, incluimos a las niñas que tomaron los hábitos religiosos, y todo ello, lo interpretamos como momentos, en los que sus parientes, tuvieron la oportunidad de mostrarles su afecto, a través de la entrega de emolumentos especiales, para ayudarlas a mantener sus nuevos estados de vida.

Las mujeres de las que hablamos, casaderas y religiosas, de cierta manera, realzaron a sus familias, ante la sociedad. En retribución, sus familias las destacaron a ellas, adornándolas con regalos, con riqueza, con bienes para satisfacer sus necesidades materiales. Tomar los estados mencionados, era lo socialmente adecuado para una mujer, por lo que, los parientes se preparaban con anticipación. Esto, de ninguna manera significa que las mujeres solteras, no enorgullecieran a sus familias, pero, nuestro estudio no alude a solteros y solteras de la época colonial, solo lo hace, en la medida, en que las personas se convirtieron en desposadas y pretendientes, o, al decir de la Iglesia, en pretensas y pretensos.

La familia y el casamiento son en nuestro estudio, los ejes que permiten explicar otros procesos sociales y económicos también complejos, como fueron las formas de estratificación social que distinguieron a las personas durante la época colonial. Así, actividad lucrativa, riqueza material, apellido de alcurnia, creencia religiosa arraigada por generaciones, entre otros rasgos, determinaban el lugar que se ocupaba en la sociedad. Estas diferencias sociales eran mecanismos implementados desde siglos anteriores y servían para preservar la preeminencia social, la limpieza de sangre y la distinción social, por lo que, para poder conservar todas estas calidades, los españoles casaban a sus hijos con personas iguales en lo social, y, de ser posible, buscaban contrayentes que aportaran alguna riqueza al matrimonio. Este es el panorama que encontramos para Zacatecas.

Para entender mejor las costumbres y las tradiciones del matrimonio imperantes en la Nueva España, revisamos el cuerpo de leyes de Castilla, encontrando entre otras cosas, que los hidalgos casaban entre sí, no lo hacían ni con ruines ni con menesterosos, menos con judíos, y esto, ya estaba integrado en las leyes del matrimonio, correspondientes al siglo XIII castellano.

En nuestro espacio estudiado, encontramos que entre los segmentos sociales, representados por los nobles, los funcionarios, los propietarios mineros y los comerciantes, se acostumbraba otorgar tratos diferenciados y distintivos a las hijas, cuando, estas se casaban. Así, las futuras esposas recibían muchas atenciones, en forma de donaciones de sus padres, de sus suegros, de sus parientes y de sus pretendientes, lo cual, era una forma de asegurar el futuro económico de las casadas y de realzarlas socialmente, ya que, por ejemplo quienes recibían arras, eran necesariamente doncellas. Estos tratos, basados en la costumbre, en las leyes, y sobre todo, en la riqueza familiar, procedían de las tradiciones castellanas mencionadas, donde la entrega de donaciones, siempre se consideró un símbolo de distinción social. Para entender porque se seguía la tradición de dotar a las mujeres, fue necesario revisar las leyes alusivas al casamiento. Existía un cuerpo de leyes basadas en el derecho romano que determinaban desde el siglo XIII español, la obligatoriedad de asistir con ayuda económica a las mujeres casadas. Dichas disposiciones jurídicas fueron cambiando lentamente y se aplicaron bajo los mismos postulados, en los territorios americanos pertenecientes a la Corona Española.

El tiempo considerado en nuestra investigación comprende el auge en la actividad minera, a principios del siglo XVIII y nos extendimos hasta otro momento de repunte en la producción de plata, en los inicios del siglo XIX. En Zacatecas y sus villas circunvecinas, los valores sociales y familiares, las creencias religiosas, las tradiciones y las leyes del matrimonio fueron similares con respecto al resto del virreinato de la Nueva España, por lo que, consideramos, que para establecer las características de la tradición de la dote en Zacatecas, debíamos enfocarnos en las familias españolas que vivieron, actuaron, resolvieron y concertaron sus estrategias de matrimonio y parentesco, bajo la influencia de los factores anteriores, a lo que agregamos, otras causas internas y externas, como fueron las variaciones en la economía minera de Zacatecas, el grado de riqueza social y familiar, la promulgación de políticas sociales y económicas por parte de la Monarquía Española, y todos, en conjunto, son factores que contribuyen a explicar los rasgos específicos para Zacatecas.

En este sentido, y a través del matrimonio, percibimos los intereses que persiguieron las familias mediante los parentescos. Estas alianzas aseguraban el futuro de sus mujeres, conservaban la riqueza atesorada, preservaban la calidad social; a la vez que se cumplía, con los preceptos de la religión, ya que el casamiento se hacía para mejor servir a Dios. De esta forma, las hijas de los notables de Zacatecas son más visibles que otras, debido a que las entregas que les hacían sus padres, quedaban registradas en las notarías, y porque, casi siempre, sus progenitores las dotaron con bienes materiales considerables, siguiendo así, las viejas tradiciones sociales y familiares. Por su misma posición social, estas mujeres continúan visibles, para nosotros, en retratos, cuidadosamente elaborados.

Retrato de doña Isabel Rosa Catarina de Cevallos Villegas, primera condesa de san Mateo de Valparaíso.

Otras mujeres en cambio, tuvieron que recurrir a la generosidad de la gente rica y a la piedad de las cofradías, para conformar un modesto capital dotal para casarse o ingresar en un convento. Ellas fueron las españolas pobres asistidas con las llamadas dotes de huérfana, que les proporcionaron los colegios de Zacatecas, los benefactores adinerados y los piadosos miembros de las cofradías, que así mostraron a la sociedad, su compromiso de no desamparar a las mujeres solteras, y de paso, se hicieron de indulgencias, con las que según ellos, habían de entrar con el pie derecho en el reino celestial.

Entre las estrategias implementadas para preservar los rasgos culturales de los españoles en Zacatecas, la realización de casamientos entre los de su mismo círculo era algo usual. A juicio de estas personas, esto, realzaba su preeminencia social y racial, y fue una constante proseguida desde el siglo XVI. De tal manera, que para el siglo XVIII los progenitores continuaban casando a sus hijas con hombres que poseyeran algún tipo de capital económico, o tuvieran sangre española, como fue el caso de los hombres que llegados a Zacatecas, procedentes del norte de España, decidieron contraer matrimonio, como muestran nuestros resultados. Otros matrimonios fueron concertados con sujetos procedentes del virreinato de la Nueva España, o, de la misma ciudad de Zacatecas. En todo caso, pudimos constatar que para el siglo XVIII zacatecano, los comerciantes casaban a sus hijas con comerciantes, los funcionarios ascendían en la escala social al casar a sus hijos con herederas de la nobleza, y entre los miembros pertenecientes a las dinastías mineras se concertaban acuerdos matrimoniales favorables.

Retrato de doña María Dionisia Fernández de Lis, esposa del corregidor de Zacatecas, 1751.

A pesar de ser una convención plenamente arraigada, la donación de dotes y arras, también era incumplida. Si bien, los padres de las desposadas intentaban concertar acuerdos con pretendientes que poseyeran algún capital económico, en muchas ocasiones, los futuros esposos se dieron por contentos con la dote de la esposa, sin comprometerse a aportar nada a cambio. Los padres de las novias ofrecieron en más de la mitad de nuestros casos, donaciones aceptables a sus hijas. Pero, sus yernos no correspondieron con las arras.

 

Si se otorgaban aportes por parte de ambas familias contrayentes, la mujer quedaba mayormente asegurada, aunque, se dieron caso, en donde los maridos, no tuvieron la habilidad para conservar tales recursos y los perdieron. En estas situaciones, las mujeres tuvieron que promover juicios para recuperar sus dotes, ya que la ley indicaba, que los bienes dotales eran propios de las esposas, como tales, no podían ser enajenados, ni mucho menos, hipotecados, por deudas contraídas por los maridos. De tal forma, que los recién estrenados maridos, quedaban obligados a conservar los bienes, esta era su responsabilidad.

A nuestro juicio, las dotes representaban no solamente el apoyo económico de los progenitores, sino, además, consideraciones afectivas y sentimentales. La entrega de bienes no se hacía solo para cumplir con las leyes y los convencionalismos sociales, sino que, era la ocasión para expresar el afecto dispensado a la hija casadera. Por esa razón, la familia de la novia, procuraba entregar a la casada, con los objetos indispensables que le recordaran su anterior hogar y le facilitaran iniciar una vida semejante a la llevada en casa de sus parientes. Por ejemplo, los menajes de casa, los cacharros de cocina, auxiliaban a las esposas, en los menesteres cotidianos, y en momentos difíciles, sus plegarias ante las imágenes donadas por sus progenitoras, las ayudaron a sobrellevar las dificultades hogareñas, como fueron los partos o las enfermedades. Y que decir de las joyas, de los vestidos de calle, de las alhajas y las prendas que estaban de moda, todos detalles donados por sus padres, para seguramente, hacerlas lucir más atractivas.

Visto de esta manera, los caudales de las mujeres casadas consistían en una riqueza material tangible, acompañada de prestigio social y familiar, que además, expresaba los esfuerzos y las expectativas de su familia, amén, de consideraciones de sus parientes que así manifestaban sus afectos en el momento en que una mujer se iba de casa, para formar un nuevo hogar. Si bien las cartas dotales siguieron rígidas fórmulas legales en su elaboración, es posible detectar alusiones a los sentimientos, expresados en el empeño que algunos progenitores pusieron para complacer los gustos personales de las hijas, dotándolas con aderezos de perlas, de esmeraldas y de diamantes, con ropa blanca y de vestir, con mantones de Manila, capas de terciopelo, con tapapiés de brocados, etcétera. También las arras reflejan emociones, a juzgar por las declaraciones de algunos esposos, que manifestaron otorgar dichas donaciones, por el mucho amor que dijeron tener a sus mujeres.

Los inventarios dotales contenían los más diversos objetos, entre estos encontramos, esclavos, vacas “chichiguas” (lecheras), calzones, casas altas y bajas, candelabros, candiles, bacinillas de plata, pelucas, instrumentos musicales, ropones de bautizo, limpiadientes de oro, pinturas al óleo, espejos, y otros, sin faltar el dinero, que fue el elemento mas constante encontrado en los registros.

Cuartillas (anverso) acuñadas en Zacatecas, segundo tercio del siglo XIX.

Una dote singular refiere que fueron dados a una esposa: un puerquito gordo, unas panochas de piloncillo y varias fanegas de frijoles. No obstante, consideramos que por el tipo de objetos contenidos en las dotes, las familias españolas en Zacatecas tenían un estilo de vida urbano.

Cuartillas (reverso) acuñadas en Zacatecas, segundo tercio del siglo XIX.

Cabe agregar, que la dote realzaba la feminidad de su poseedora, pues una mujer bien dotada, si ya era atractiva de naturaleza, con dote, seguramente, lo era más. No hemos abordado los valores estéticos de la época, pero conocimos, por los trabajos de nuestra asesora, la doctora Alicia Bazarte Martínez, como los cofrades del Rosario, en la ciudad de México, dejaron por escrito que las niñas dotadas por esta cofradía, estaban picadas de viruela, tenían su bigotito, y unas cuantas, eran sumamente bonitas.

Por otra parte, como lo mencionamos, el marido contribuía a resaltar la condición de doncellez con que la mujer llegaba al matrimonio, retribuyéndola con arras, un tipo de donación en dinero efectivo que constituía la décima parte de la riqueza que poseyera el pretendiente. A estas donaciones constantes y sonantes, se agregaban trece arras simbólicas, en la ceremonia de bendición nupcial.

A los rasgos representativos de las donaciones nupciales en Zacatecas, agregamos, algunos usos prácticos realizados con los bienes dotales, cuando la pareja tenía apuros económicos. Así, si una esposa necesitaba vender algo de lo que había aportado en dote, debía pedir el consentimiento del marido y juntos acudían con el escribano. A veces, eran los maridos los que requerían hacer uso de los bienes y solicitaban a la esposa el respectivo consentimiento, debido a que, los bienes vía dote y arras, aun y cuando fueron administrados por el marido, pertenecían a la esposa, y el esposo no podía disponer de ellos, a su antojo.

A nuestra interpretación jurídica y socio- cultural, agregamos los factores económicos. La economía minera en Zacatecas tuvo sus altas y sus bajas a lo largo del siglo XVIII y los cambios provocados impactaron en los patrones de entrega de dotes, como se muestra en nuestros resultados. Otros factores, se refieren a los cambios que desató la política económica promovida por la Monarquía Española a finales del siglo expresado, o la Pragmática de Matrimonio de 1776 que hizo imperativo el consentimiento de los padres para poder casar a una pareja, una condición que de ser transgredida, anulaba en la práctica, la prerrogativa de obtener una dote.

En otro nivel, determinamos algunos de los factores significativos, que en la condición de Zacatecas, explican las asignaciones cuantiosas en dote y arras, por parte de las familias. Ellos son el resultado del análisis estadístico realizado, y se refieren, a la actividad productiva de los padres de familia, la actividad económica de los pretendientes, y, la entrega de esclavos, factores que resultaron más relevantes que otros, para entender las donaciones. Esto significa, que un padre de profesión artesano, no podía otorgar una dote como la que daba padre que fuera funcionario. En ese mismo sentido, los pretendientes adinerados eran más proclives que otros a otorgar arras, y en cuanto a la entrega de esclavos, estos eran dados por las familias más ricas. De esta forma, hemos explicado las dotes, a partir de las costumbres sociales y familiares, las leyes civiles y eclesiásticas, las políticas monárquicas, y, por el grado de riqueza social y familiar; por lo que constatamos, que sólo el segmento de familias ricas españolas, siguió en Zacatecas, la tradición castellana de las donaciones nupciales.

En el último tercio del siglo XVIII las dotes empezaron a declinar, cada vez fueron más esporádicas las entregas. Esto, obedeció a que los progenitores estaban asignando sus recursos en efectivo en nuevas empresas, ya que, la producción minera iba en aumento, lo que en principio indicaría que había riqueza disponible, pero los padres dejaron de asignar donaciones a sus herederas. Aunque la tradición aún no se extinguía, ella habría de continuar hasta el siglo XIX por intermedio de las cofradías. Así sucedió en Zacatecas.

En otro orden de cosas, las obras piadosas de huérfanas también nos acercaron a los valores familiares de los españoles respecto del matrimonio. Este sector acostumbró ayudar a las doncellas, con dotes de huérfana para facilitarles casamiento. La tradición provenía del siglo XVI pero, de acuerdo con nuestros objetivos propuestos, nos enfocamos en una obra inaugurada en 1703 que se sostuvo hasta 1837 que nos habla, de cómo fueron protegidas las mujeres pertenecientes a la congregación que acogió la obra del capitán Gaspar Larrañaga. El requisito era que las niñas fuesen españolas y una vez favorecidas con estas donaciones, las doncellas debían participar en las fiestas religiosas de las cofradías donadoras. Los encargados de las hermandades otorgaron los nombramientos de huérfana, siguiendo los procedimientos eclesiásticos. La dote se pagaba al comprobar el matrimonio y, en el ínterin, la cofradía arropaba a las huérfanas, otorgándoles un rédito anual de diez pesos. Algunas niñas se casaron y sus maridos recibieron el dinero prometido; otras permanecieron solteras. Pocas fallecieron sin tomar estado, pero todas fueron merecedoras de la ayuda que la cofradía les ofrecía: haber nacido españolas las hacía dignas de atención y consideraciones especiales.

Caja Dotal con incrustaciones de marfil, Colección del Museo Pedro Coronel, Zacatecas.

Para concluir, queremos expresar que no solamente con dinero se protegió a las doncellas y viudas, sino a través de redes sociales y alianzas matrimoniales ventajosas. Las donaciones con motivo de las bodas, además de contribuir a explicar nuevos aspectos de la historia de las familias del México virreinal, nos acercan, a la comprensión de los cambios y las permanencias en las costumbres y las leyes del matrimonio, así como, en el tipo de economía que les dio soporte. De la misma forma, las dotes de huérfana y de monja permiten captar los compromisos y los valores asumidos por el conglomerado de españoles, para que las mujeres carentes de capital dotal accedieran al matrimonio o se enclaustraran en los conventos. Las dotes del siglo XVIII zacatecano resaltaron la feminidad de sus poseedoras, contribuyeron al apoyo económico de las casadas, reforzaron el orden social vigente, contribuyeron en la realización de negocios de los maridos, reafirmaron la distinción social de las españolas, permitieron que las mujeres siguieran su vocación religiosa; fueron, la oportunidad para que los parientes expresaran sus afectos; por su medio se tramaron parentescos y se consolidaron fortunas, y sobre todo, constituyeron elementos palpables de las convenciones socialmente aceptadas, para que, las mujeres tomasen estado de matrimonio y de religión, así fue.


NOTAS:
[*] Dra. Gloria del Carmen Trujillo Molina.
Docente – Investigadora, Universidad Autónoma de Zacatecas
[1] Texto de presentación de tesis de Doctorado en Historia Colonial, Mecanograma, Zacatecas,
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